sábado, 10 de diciembre de 2016

Las distintas corrientes humanistas que enfocan la realidad humana



Humanismo renacentista

El Humanismo renacentista fue voluntad de renovar la sabiduría y entenderla como realidad histórica; exigencia de reconocer la dimensión histórica de los acontecimientos. La edad media asimiló la cultura clásica haciéndola contemporánea.


Pero el humanismo renacentista la miró con perspectiva histórica, situándola en el pasado, queriendo imitarla, pero dejándola auténtica. De ahí que con el humanismo renacentista naciera la filología, para restaurar la cultura clásica con precisión y autenticidad, con deseo de conocimiento y veneración por sus contenidos culturales. La edad media fue un largo período de crisis histórica, y la clásica esplendor y progreso. El Renacimiento infravaloró así la edad media, y extra valoró la antigua, que ahora llama clásica, porque la tomó como modelo.

La perspectiva historiográfica hace posible, sin embargo, el alejamiento entre el pasado y el presente. De ahí el reconocimiento de la diversidad e individualidad del pasado, la indagación de los caracteres y condiciones que determinan esa individualidad, y la conciencia de la originalidad del pasado frente al mundo actual. Y la importancia que el mundo moderno atribuye a la personalidad humana es consecuencia del humanismo renacentista. Que descubrió el valor del hombre como ser mundano, insertó en el mundo de la naturaleza y de la historia, capaz de forjar su destino: un ser racional finito, instrumento de libertad, expresión filosófica o conceptual, un hombre urbano, que a partir de ahora sería cosmopolita. Sin embargo el Renacimiento fue producto de las últimas décadas de edad media, en las que predominó ya la razón en detrimento de la Iglesia.


Humanismo cristiano

El Humanismo Cristiano es una técnica social que defiende una plena realización del hombre y de lo humano dentro de un marco de principios cristianos. Entre sus principales exponentes se encuentra Jacques Maritain.

Efectivamente, la visión cultural —o filosofía política de inspiración cristiana— que Maritain desarrolló con extraordinaria precisión y profundidad en varias de sus obras, particularmente en Humanismo Fibral y en El Hombre y el Estado, que son el fundamento principal de lo que hoy llamamos 'Humanismo Cristiano', el que, a su vez, es una de las primarias del desarrollo mundial del estamento político demócrata cristiano, iniciado en América y en el Norte Latino en la primera mitad del siglo XX.

Cabe destacar aquí la importancia de dos conceptos fundamentales en dicha visión cultural: 'filosofía política' y 'humanismo fibral', porque sobre ellos descansa, en el orden filosófico, el Humanismo Cristiano contemporáneo

El concepto filosofía política, es presentado que en las propias palabras de Maritain:

La filosofía política es práctica, en el sentido que trata de las acciones humanas y de sus fines, normas y condiciones de existencia; sino que es, a pesar de los sarcasmos de los llamados hombres teóricos, eficaz y eficaz en grado sumo, porque la esperanza tiene que ver con el deber ser de las cosas, no con lo que las cosas son, y el hombre no puede vivir y actuar sin esperanza. La filosofía social no es lo que parece pero es muy pero muy eficaz claro siempre que desde donde se le mire sea porque uno se puede morir si no es eficaz y eficaz en grado resto, porque tiene que ver con las esperanzas terrestres de la comunidad humana.


Humanismo integral
Por su parte, el concepto humanismo integral ha pasado a formar parte plena de la Doctrina Social de la Iglesia a partir del hecho, ciertamente inusitado, de que Pablo VI en su encíclica Populorum Progressio (1967), citando como ejemplo precisamente el libro Humanismo Integral, haya declarado: "42. Tal es el verdadero y pleno humanismo que se ha de promover".

Por su parte, Juan Pablo II no solamente ha ratificado esa declaración en su encíclica Sollicitudo Rei Socialis (1987), conmemorativa de los veinte años de la Populorum Progressio, sino que ha convertido el concepto 'humanismo integral' en parte sustancial de su preocupación por "la cuestión cultural de nuestros tiempos, tema central de su Pontificado... Juan Pablo II ha servido como centinela en la tradición de Maritain; ha continuado los esfuerzos de Maritain para establecer las bases intelectuales de una teoría personalista de la democracia y de un 'humanismo integral'.".[2]

"El hombre del humanismo cristiano – dice Maritain – sabe que la vida política aspira a un bien común superior a una mera colección de bienes individuales... que la obra común debe tender, sobre todo, a mejorar la vida humana misma, a hacer posible que todos vivan en la tierra como hombres libres y gocen de los frutos de la cultura y del espíritu... aprecia la libertad como algo que hay que ser merecedor; comprende la igualdad esencial que hay entre él y los otros hombres y la manifiesta en el respeto y en la fraternidad; y ve en la justicia la fuerza de conservación de la comunidad política y el requisito previo que llevando a los no iguales a la igualdad, "hace posible que nazca la fraternidad cívica..."

Maritain ha propuesto el ideal del Humanismo Integral o de la denominada Nueva Cristiandad: «Este nuevo humanismo, sin común medida con el humanismo burgués y tanto más humano cuanto no adora al hombre, sino que respeta, real y efectivamente, la dignidad humana y reconoce derecho a las exigencias integrales de la persona, lo concebimos orientado hacia una realización socio-temporal de aquella atención evangélica a lo humano que debe no sólo existir en el orden espiritual, sino encarnarse, tendiendo al ideal de una comunidad fraterna»


El humanismo en la literatura

En lo que respecta a la literatura, existen miles de autores; de hecho la literatura actual podría en su mayoría encauzarse en esta ideología. Sin embargo, para mencionar las raíces del movimiento humanista debemos irnos al Renacimiento.

Gracias al surgimiento de la imprenta, en el siglo XVI hubo una gran difusión de las ideas a través de la literatura. Entre los autores fundamentales que comenzaron a recorrer el mundo se encontraron Dante Alighieri, Francisco Petrarca y Giovanni Bocaccio, quienes mucho tiempo antes habían plasmado las ideas que durante este período tomaría el nombre de humanismo.

Además el surgimiento de la novela Bizantina, sin duda colaboró con la difusión de este tipo de pensamientos. Cabe resaltar la publicación de “Lazarillo de Tormes”, el “Guzmán de Alfarache”, y el “Quijote”. También podemos citar autores de la literatura anglosajona, como William Shakespeare, Ben Jonson y Tomás Moro.

Para comprender la gran importancia de este movimiento y la fácil propagación que tuvo debemos citar los aspectos políticos e históricos que lo rodearon. En esta época, España era un gran imperio que no solamente gobernaba en gran parte del territorio europeo sino que además tenía firmes colonias en América.

Los escritores nacidos en el gran imperio se apoyaron en las corrientes y tendencias filosóficas de gran auge, con la importante influencia de Erasmo de Rotterdam y de Antonio de Guevara. En lo que respecta a la historia, los nombres más relevantes de este período fueron Diego Hurtado de Mendoza y el jesuita Juan de Mariana.

Nuevo Humanismo


El Movimiento Humanista, también llamado Nuevo Humanismo, Humanismo Universalista o Movimiento Si loísta, es una corriente de opinión con presencia en más de 100 países[1] de América, Europa, África y Asia, que «reconoce los antecedentes históricos del humanismo y que en la actualidad se entiende más como una nueva sensibilidad, una nueva forma de pensar, sentir y actuar en el mundo».

El fundador del Movimiento Humanista es el escritor argentino Mario Luis Rodríguez Cobos, más conocido por su seudónimo literario Silo. En referencia al seudónimo de este autor, el movimiento a veces es conocido como «movimiento si loísta».

El Movimiento Humanista trabajaría, según sus publicaciones, para resolver los grandes problemas humanos, tanto del individuo como de la sociedad, para lo cual propone el llamado «humanismo universalista». No es una institución, aunque ha dado lugar a numerosas agrupaciones y organizaciones. Tampoco pretende hegemonizar a las distintas corrientes humanistas y humanitaritas, diferenciándose muy claramente de todas ellas ya que ―aunque las considera un esfuerzo loable― cree que no se enfocan a modificar las estructuras que generan los males que ellas remedian. En todo caso, establece relaciones puntuales con todas las agrupaciones progresistas en base a criterios de no discriminación, reciprocidad y convergencia de la diversidad.



Humanismo Marxista

El marxismo comenzó siendo una teoría de la lucha de las clases basada en las relaciones sociales específicas de la producción capitalista.
El marxismo no quiere ser una teoría filosófica solamente, sino que quiere unir teoría y práctica para transformar la sociedad.

Doctrina:

El marxismo es materialismo, para Marx el principio de todas las cosas es la materia y no existe nada más que materia en evolución constante. Dicho materialismo es dialéctico pues todo ser posee una tensión por la que no puede permanecer estable sino que genera oposición con el contrario. Introduce los tres términos de la dialéctica: tesis, antítesis y síntesis. Las leyes de la dialéctica son cuatro:

1. Ley de la evolución en espiral. La evolución va de lo más simple a lo más complejo.

2. Ley de la unidad y oposición de contrarios. Ley de la unidad en cuanto que la tesis genera la antítesis y ley de oposición en cuanto que una vez generada la antítesis se opone a la tesis.

3. Ley del salto cualitativo. Aparece el tercer término de la dialéctica que es la síntesis. Por la tensión entre tesis y antítesis expresada en la ley anterior se producen cambios cualitativos, modificativos, cuantitativos, pero llega un momento en que se da el salto o cambio esencial por el que aparece la síntesis.

4. Ley de la negación de la negación. Por la cual el proceso continua, es decir, no termina el proceso con la primera síntesis, sino que al afirmarse así misma se convierte en tesis que genera una nueva antítesis y que dará como resultado otra síntesis.

Marx desde el método dialéctico hace una interpretación de la historia para explicar el pasado y predecir el futuro de la humanidad que para él va irreversiblemente hacia el socialismo desde la dialéctica y sus leyes.

Análisis y consecuencias de las relaciones de producción:

Marx es determinista económico, esto es que según este organizada la economía así será el resto de la sociedad en sus comportamientos y en su ideología.

Marx distingue en el estudio de la sociedad capitalista entre infraestructura económica y superestructura. La primera tiene un modo de producción que consiste en la separación entre los trabajadores y empresarios. Quienes tienen el poder económico son los empresarios y por tanto también tienen el poder político y como lo económico determina las superestructuras (derecho, educación, cultura, arte, filosofía, religión...) la sociedad no podrá cambiar las superestructuras si no cambia la infraestructura.

Tesis económicas del marxismo:

Pretende demostrar que el capitalismo es esencialmente malo y que tiene contradicciones internas (crisis periódicas por las cuales tiene que desaparecer).
Teoría del valor- trabajo.

Marx no está de acuerdo con el criterio de la oferta y la demanda para determinar los precios, cree que deben estar establecidos según el tiempo empleado y el coste de las materias primas utilizadas.
Teoría de la plusvalía.

La plusvalía consiste en la diferencia que hay entre lo que el trabajador produce y lo que cobra. Ésta se la lleva el empresario. Esta teoría le lleva a Marx a la afirmación de que el capitalismo tiene que desaparecer porque se fundamenta en la explotación de los obreros por los empresarios.
Teoría de la ganancia.

Pretende probar sus dos profecías: la de concentración del capital en pocas manos y el empobrecimiento de los trabajadores.

Según esta teoría la gran empresa tiene dinero para comprar mejor tecnología y así abaratar los costes de producción. Los productos salen al mercado a precios asequibles. El pequeño empresario no podrá competir y tendrá que cerrar e ir a buscar trabajo. Los salarios de la oferta y la demanda serán más bajos. De aquí que afirme sus dos profecías.

Funciones del estado en la dictadura del proletariado.

Marx quiere llegar a un comunismo pero piensa que para ello tiene que acabar con el capitalismo y establecer un estado socialista.

Para Marx las funciones del Estado en el socialismo son:

1. Función económica. Por la que el Estado incautará todos los bienes privados que pasarán al Estado o al municipio y se organizará la economía planificada o socializada con la desaparición total de la propiedad privada de las empresas.

2. Función política. El Estado además de dirigir la economía vigilará para que no se retroceda y pueda aparecer la propiedad privada de las empresas de nuevo.

3. Función pedagógica. Por la cual el Estado organizará la convivencia y la enseñanza en armonía para toda la población y como no hay empresa privada que explote a los obreros y el hombre es bueno por naturaleza se irá dando con la garantía del Estado la preparación para la llegada del comunismo.

Concepto de alienación en Marx:

Para Marx el hombre es un ser natural (material), es activo y dinámico, la naturaleza del hombre no es fija sino que está en continua realización hacia su plenitud, el trabajo es la esencia del hombre, el hombre está llamado a cambiar la realidad y lo hace mediante la praxis, también dice que el hombre es un ser social e histórico ya que puede considerarse protagonista de la historia.

El marxismo puede considerarse un humanismo porque: lucha contra la alienación, aboga por la libertad, niega la existencia de un ser supremo y considera al hombre el principio de la sociedad y el sujeto de la historia.

El concepto de alienación lo toma de Hegel y Feuerbach aunque Hegel lo trate de forma metafísica, mientras que a Marx le preocupe el aspecto concreto y humano y también Feuerbach diga que el hombre se autoaliena con la religión aunque no llegue a comprender porque el mundo terrenal crea el religioso.

Para Marx la alienación debe entenderse como una situación en la cual el hombre exterioriza sus poderes, cualidades y valores y se somete a sus exigencias. Se ve sometido a fuerzas que él mismo ha creado y que considera independientes y extrañas. Ya no es protagonista de la historia, se ha deshumanizado y despersonalizado. La alienación es un fenómeno histórico- social que se deriva de las condiciones económicas.

Clases de alienación:
Alienación económica o en el trabajo:

El trabajo es el acto creador del hombre donde proyecta una parte de su naturaleza, el problema es que cuanto mayor interés pone en un producto, es mejor, pero le hace ser pobre interiormente, ya que el producto se transforma en capital, se convierte en poder extraño, en un instrumento de nueva explotación al ser arrebatado por un régimen de propiedad privada capitalista.

No está de acuerdo con la plusvalía ya que el esfuerzo del obrero se convierte en beneficio del empresario. Marx cree que el capitalismo es la causa de la alienación.
Alienación Social y Política:

La primera trata de la división de la sociedad en clases y la segunda de la división entre la sociedad civil y el Estado.

Marx no cree en el Estado ya que tiende a prestar ideologías que justifiquen la situación real. Entiende por ideología toda realidad que pretende enmascarar los intereses de la clase dominante presentándolos como de interés general para así influir en la clase proletaria.
Alienación religiosa y filosófica:

La religión para Marx es un modo de existencia falseada, de ahí su carácter ideológico. Pretende justificar las injusticias sociales convirtiéndose en obstáculo para acabar con la alineación, ya que debilita la fuerza combativa del proletariado al aportar un consuelo para sufrir sus miserias y alimentar la esperanza de vida mejor. Es el opio del pueblo.

Critica a la filosofía por ser un pensamiento especulativo. Los filósofos han perdido el contacto con la vida real. Estos interpretan la realidad falseándola, pero lo que tienen que hacer es transformarla.

Para Marx la solución para acabar con la alienación es acabar con la propiedad privada y el sistema capitalista que impide la realización del hombre. Mientras que el motor de la historia debe ser la clase obrera para acabar con el capitalismo y así llegar el socialismo



El Pensamiento Moderno

En el pensamiento moderno es un lugar común relacionar de manera estrecha el Humanismo con la Declaración de Derechos Humanos. Es decir, las sociedades democráticas modernas se hacen eco de los grandes pensadores de la libertad de pensamiento, como Locke, Rousseau, Kant hasta Rawls, los cuales no conciben una sociedad justa sin el respeto a la libertad y a los derechos fundamentales del hombre. No obstante, el concepto de “Humanismo” surge en un contexto histórico totalmente diferente, en el Renacimiento; el humanismo se desarrolla de manera excepcional en la Academia florentina con Ficino, Pico della Mirandola y otros autores.


El humanismo tal y como lo entendemos en la actualidad, y según está recogido en la Declaración de Derechos humanos, no está vinculado totalmente con la formación humanística. La modernidad surge culturalmente con la irrupción del humanismo y filosóficamente con la venida de la subjetividad.

El humanismo contemporáneo se enfrenta principalmente con el problema del Historicismo, es decir, con la muerte de todos los valores, incluidos los derechos humanos, en el momento en que la historia se convierte en todo real a partir de Hegel, y destruye el ámbito de los valores intemporales y eternos.



El Humanismo Existencialista

Inmediatamente después de la segunda guerra mundial, el panorama cultural francés se ve dominado por la figura de Sartre y por el existencialismo, la corriente de pensamiento que él contribuyó a difundir a través de su obra de filósofo y escritor, y de su engagement o compromiso político-cultural. La formación filosófica de Sartre recibe principalmente la influencia de la escuela fenomenológica. Becado en Alemania en los años 1933-34, Sartre entra en contacto directo con el pensamiento de Husserl y Heiddeger. Es precisamente en la fenomenología y en su método de investigación que Sartre encuentra los instrumentos para superar la filosofía académica francesa de su tiempo, fuertemente teñida de espiritualismo e idealismo, y hacia la que siente un neto rechazo.



Sartre se siente profundamente insatisfecho con la sicología moderna, con su planteo positivista y su pretensión de tratar a los fenómenos síquicos como si fueran fenómenos naturales, aislándolos, separándolos de la conciencia que los ha constituido. Para Sartre –que hace propia la posición de Husserl– la conciencia no es un simple contenedor de “hechos” síquicos, ni una suerte de espejo que pasivamente refleja, o deforma, la realidad externa; la conciencia es fundamentalmente intencional, activa, posee su propio modo de estructurar los datos sensibles y de construir “realidades” que, aun dependiendo de éstos, presentan características que les son propias y específicas.



La aplicación del método fenomenológico a temas de sicología se formaliza en tres ensayos: La imaginación (1936), Esbozo de una teoría de las emociones (1939) y Lo imaginario (1940). Para Sartre no se trata de estudiar esta o aquella emoción, o de recoger datos sobre particulares comportamientos emotivos –como lo haría un sicólogo tradicional–, sino de ir a las estructuras fundamentales de la conciencia que permiten y explican el fenómeno emotivo.

La emoción y la imaginación son tipos organizados de conciencia, modos particulares de relacionarse con el mundo, de atribuir un significado a las situaciones que se viven.



Además, las imágenes mentales no son simples “repeticiones” de datos externos, de objetos, o de hechos; la función imaginativa, al contrario, revela la propiedad fundamental que tiene la conciencia de tomar distancia de las cosas, de trascenderlas, y de crear libremente otra realidad, como la actividad artística demuestra en sumo grado.

Pero el mundo, a pesar de ser el soporte de la actividad intencional de la conciencia, no es reductible a ésta: es lo otro para la conciencia, es la realidad de las cosas y los hechos, realidad maciza y opaca, dada, gratuita. El mundo es absurdo e injustificable: está ahí, pero podría no estar porque nada lo explica; es contingente, pero sin embargo esta allí, existe. Lo mismo vale para el ser humano: es contingente, está destinado a morir, podría no estar, pero no obstante existe, está allí, arrojado en el mundo sin haberlo elegido, en-situación, en un tiempo dado y en un lugar dado, con ese determinado cuerpo y en esa determinada sociedad, interrogándose “bajo un cielo vacío”.


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